25de octobre de 2025 - 27 Domingo del Tiempo Ordinario
Queries hermanos y hermanas en Cristo:
Las lecturas de hoy nos invitan a un diálogo honesto y lleno de esperanza acerca de la fe en tiempos de lucha. El profeta Habacuc expresa las preguntas de muchos: “¿Hasta cuándo, Señor?”—cuando la injusticia y el sufrimiento parecen no tener freno. La respuesta de Dios, aunque no inmediata, nos señala hacia una esperanza futura: “el justo vivirá por su fe.”
En el Evangelio, la súplica de los discípulos, “Auméntanos la fe,” es tan urgente y sincera hoy como lo fue hace dos mil años. Ellos habían visto a Jesús sanar a los enfermos, perdonar a los pecadores y desafiar a los líderes. Sabían que una vida de discipulado así exigiría un valor y una confianza más allá de sus propias fuerzas. Por eso pidieron más fe. La respuesta de Jesús puede sorprendernos. No les entrega un gran plan ni les promete un poder inmediato. Más bien, los señala hacia algo pequeño: la fe como un grano de mostaza. Una semilla parece pequeña e insignificante, pero en las manos de Dios lleva un potencial inmenso. Incluso el acto más pequeño de confianza —una oración pronunciada en un momento difícil, un perdón ofrecido cuando duele, una disposición a servir cuando se está cansado— puede convertirse en algo mucho más grande de lo que imaginamos. Lo que Dios puede hacer está más allá de nuestro control y medida.
Jesús también cuenta una parábola sobre siervos que simplemente cumplen con su deber sin esperar agradecimientos especiales. Aquí nos recuerda que la fe no se trata de prestigio ni de privilegios; se trata de un servicio humilde. La fe crece no con gestos dramáticos, sino con la fidelidad constante: rezar cada día, amar con paciencia, servir en silencio, perdonar de buen grado. Este Evangelio nos invita a repensar lo que entendemos por “gran fe.” La verdadera fe no es cuestión de cantidad, sino de entrega. Es la valentía de confiar incluso nuestros pequeños esfuerzos al poder de Dios, y la humildad de servir sin buscar reconocimiento. Al pasar esta semana, recordemos: una fe pequeña, vivida con sinceridad, puede mover montañas—porque Dios es quien la hace crecer y quien obra maravillas.
Las palabras de san Pablo a Timoteo nos fortalecen: los dones que Dios nos ha dado no deben esconderse, sino avivarse, vividos con valentía, integridad y perseverancia. En nuestra vida diaria, estamos llamados a vivir con fidelidad, confiando en que Dios está obrando, aun cuando no lo veamos plenamente.
Reflexiones clave para la semana: ¿Cómo respondo cuando la vida parece injusta o confusa? ¿Qué pequeños actos de fe podría comenzar, confiando en que Dios los hará crecer? ¿Estoy viviendo en humildad y servicio, sin buscar aplausos? Que seamos fortalecidos por la Escritura, animados por el Espíritu, y que permanezcamos firmes en la fe.
¡¡¡Dios bendiga a todos siempre!!!
P. Stan